La ecuación es simple. Un plantel repartido en buenas individualidades, una dirigencia honesta y trabajadora, un cuerpo técnico que conoce el sentir de los hinchas y una megaestrella dando pinceladas de talento en cualquier cancha. Esa suma da el resultado de Estudiantes en las semifinales de la Copa Libertadores. Ni Boca, con sus estrellas, ni San Lorenzo, con Tinelli, los dólares y las grandes contratataciones, y mucho menos River, en otra temporada más para el olvido. Tras la salida de Leonardo Astrada y el arribo de Alejandro Sabella, los resultados se modificaron notoriamente y varios jugadores, de valía reconocida tales como Braña, Benítez, Gastón Fernández y Desábato, elevaron su nivel futbolístico y bajo el paragua futbolístico de Juan Sebastián Verón, consiguieron que el Pincha alcance posiciones de vanguardia en el certamen local y que se enfrente con Nacional, para lograr el pase a la tan ansiada final, que tantas veces tuvo como testigo a Estudiantes. A su vez, la presencia en el arco de Mariano Andújar garantiza una confianza que cualquier conjunto con ansías de enhebrar objetivos altos tiene que poseer. El 1 fue clave en varios partidos y se transformó, desde el arco, en una carta clave. Un agujero que tendrá que tapar rapidamente Sabella será las ausencias por lesión, ambas complejas, de Agustín Alayes y recientemente de Marcos Angeleri. Ayer Cellay terminó lesionado y se agrega otra preocupación. En esta línea de juego tendrán participación segura el chico Fernández, Desábato y el siempre cumplidor Ré.
En Verón, seguramente, encontraremos a la causa principal del por qué Estudiantes funciona tan aceitado. La Bruja, lejos el mejor futbolista del medio local, se lo nota impecable desde el punto de vista físico y eso le posibilita ser un verdadero pulpo en el mediocampo, corriendo como si fueran sus inicios, y entendiendo las diferentes vicisitudes que plantea el juego. Frase común si las hay, pero Verón es un técnico dentro del campo de juego. Con carisma y ese don de liderazgo que muy pocos cuentan provoca que sus compañeros rindan en plenitud. Tal vez, el caso de Leandro Benítez sea el que confirma esta teoría. Sin el ex Boca, Sampdoria, Lazio y tantos otros, la imagen del Chino suele desteñirse. Ayer, con gol incluido, cosechó aplausos. Otro apéndice para demostrar que la decisión sobre la llegada de Sabella fue perfecta reside en el rendimiento de Enzo Pérez, quien nunca con los entrenadores anteriores podía desenvolverse del mismo modo que lo hacía en Godoy Cruz, pero que con el actual entrenador, que le otorgó confianza y tiempo en cancha, supo consolidarse en el once titular y la rompe desde la zona izquierda. En ofensiva, a pesar de las lagunas ya existenciales en su juego de Gastón Fernández y Juan Manuel Salgueiro, grandes futbolistas que no adquieren una regularidad en su andar, la presencia de Mauro Boselli, de continua ayuda, pivoteando, creando espacios y con el olfato de gol latente constituyen un grupo de valores que quieren repetir la historia grande de Estudiantes en Copa Libertadores, que se forjó en la década del sesenta y setenta. Ahora viene Nacional. Y Verón guiará a los suyos. Al gran objetivo.
En Verón, seguramente, encontraremos a la causa principal del por qué Estudiantes funciona tan aceitado. La Bruja, lejos el mejor futbolista del medio local, se lo nota impecable desde el punto de vista físico y eso le posibilita ser un verdadero pulpo en el mediocampo, corriendo como si fueran sus inicios, y entendiendo las diferentes vicisitudes que plantea el juego. Frase común si las hay, pero Verón es un técnico dentro del campo de juego. Con carisma y ese don de liderazgo que muy pocos cuentan provoca que sus compañeros rindan en plenitud. Tal vez, el caso de Leandro Benítez sea el que confirma esta teoría. Sin el ex Boca, Sampdoria, Lazio y tantos otros, la imagen del Chino suele desteñirse. Ayer, con gol incluido, cosechó aplausos. Otro apéndice para demostrar que la decisión sobre la llegada de Sabella fue perfecta reside en el rendimiento de Enzo Pérez, quien nunca con los entrenadores anteriores podía desenvolverse del mismo modo que lo hacía en Godoy Cruz, pero que con el actual entrenador, que le otorgó confianza y tiempo en cancha, supo consolidarse en el once titular y la rompe desde la zona izquierda. En ofensiva, a pesar de las lagunas ya existenciales en su juego de Gastón Fernández y Juan Manuel Salgueiro, grandes futbolistas que no adquieren una regularidad en su andar, la presencia de Mauro Boselli, de continua ayuda, pivoteando, creando espacios y con el olfato de gol latente constituyen un grupo de valores que quieren repetir la historia grande de Estudiantes en Copa Libertadores, que se forjó en la década del sesenta y setenta. Ahora viene Nacional. Y Verón guiará a los suyos. Al gran objetivo.
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